miércoles, 21 de mayo de 2014

El rito fúnebre:  Ososhiki


En ambas tradiciones el cuerpo es purificado y acomodad en un ataúd de madera. Un sacerdote conduce la ceremonia y se le ponen prendas específicas. Si se sigue la tradición budista, se atavía al difunto con un. Bata blanca. Por el contrario si se trata de un ritual shinto se le ponen más implementos como enuncia Quartucci "se viste con ropa especial: una especie de babero (tafusagi); una camisa larga que llega a las rodillas (hadagí); la parte inferior (shitagi) y superior (uwagí) que conforman una antiguo traje japonés; una faja (obi), y unos calcetines en forma de zapato (shitagutsü)."
Los rituales y oraciones son también diferentes, mientras en la tradición budista se repinten sutras para que el espíritu del muerto y llegue con Amida, en el Shintoismo por su parte se hacen series de oraciones para que el 
espíritu pueda llegar a ser un Kami.

Altar Shinto 












Altar fúnebre budista
Japón ante la muerte: el fin de la vida en tres tradiciones

 En Japón existen tres perspectivas sobre la creencia en la supervivencia más allá. Sintoísmo Budismo y Neocunfisionismo. Como tal no existe un concepto que equivalga a alma pero hay todo un abanico de tradiciones e ideas que se refieren a lo que ocurre después de la muerte.
La idea shinto es la más antigua y "democrática". Esto es debido a que todos después de la muerte van al mismo lugar denominado el país de la sombra (yomi no kuni o meidó), lugar im- puro y contaminado (kegare) al que llegan todas las almas (tamashii) sin excepción. Según Guillermo Quartucci investigador del Colegio de México. Después de una serie de pasos para llegar a una purificación (en los que la familia colabora con ritos) el espíritu se convierte en un Kami o semi deidad con alto valor dentro de la cultura japonesa.



Fue la introducción del Budismo que propuso por primera vez un destino diferente hacia los muertos a partir de sus acciones en la vida y por consiguiente un juicio. Una agrupación llamada Secta Paraíso decía que después de recitar la frase Namu Amida Butsu ("Salve, Buda Amida"), dedicada a una versión de Buda llamada Amida, se podría llegar a un lugar de perfecta armonía. 





 Por su parte el neconfisonismo de acuerdo a Quartucci tuvo un fuerte énfasis en las jerarquías sociales y en las obligaciones y deberes de unas para con otras, de las cuales la piedad filial es la más importante, echó profundas raíces en Japón debido a la tradición local de culto a los ancestros y sirvió de soporte ideológico a la sociedad de la época pre moderna, modificando con su presencia al shintoísmo y al budismo.

sábado, 10 de mayo de 2014

Y después… los demás  servicios también se incluyen

 Durante el Porfiriato también se comenzaron a utilizar otros servicios que anteriormente no existían o bien se llevaban a cabo por los familiares, estas innovaciones, que se caracterizan como novedades típicas de origen europeo, como por ejemplo, la publicación de esquelas  y condolencias, ya sea para anunciar un deceso o hacer partícipe a las amistades del difunto sobre las misas y ceremonias religiosas: “DEFUNCION: tenemos el pesar de  anunciar que anteayer ha fallecido  en esta capital casi repentinamente  el SR DON  JESUS[sic]  ANYA HERMOSILLO, natural de Jalisco  que desempeñó lealmente  varios cargos públicos  y perteneció al último Congreso Constituyente.”[1] O bien  HONRAS FÚNEBRES El martes se verificaron  en la Parroquia de la Soledad de la Santa Cruz las honras fúnebres  del que en  vida  llevó el nombre de Concepción Arizpe.  Último Homenaje a la desgracia  ¡Paz a sus restos! [2]
No obstante es evidente que todo este tipo de servicios, debido a su naturaleza y costo se presentan en primer lugar  en la clase alta  o bien en funcionarios de gobierno que tenían para solventar el costo de estos servicios, pero también la necesidad de informar los decesos dentro de un grupo social determinado.
-Buenrostro, Cristina y Marco Barros, Vida Cotidiana en la Ciudad de México, México, Fondo de Cultura Económica,  2003



[1] Barros, Vida, 2003  p. 73
[2] Ibídem. 
Cuando la Muerte llama
Si las primeras  casa de inhumación se auxiliaron de la modernidad para prestar sus servicios, también se apoyaron de los diarios  para darse a conocer entre el público y formar un nicho económico en el mercado. Para aumentar el  consumo de éstos,  los negocios funerarios comenzaron a anunciarse a través de la prensa periódica, donde se puede ver propaganda que no  sólo promociona el servicio, sino que también  se percibe en la propaganda el tipo de público al que están dirigidos. 
Por ejemplo  la agilidad que cobrará el trámite si se emplean estos negocios:
“Basta un simple  aviso dirigido a esta Agencia  para ocurrir á [sic] la casa mortuoria y expeditar todo lo relativo a la inhumación. El Servicio se hace por ferrocarriles. Depósito de cajas, las más finas de la capital , de caoba de cedro, de rosa y de nogal, completo surtido de cajas corrientes  y entrefinas  de todos tamaños y precios.. cartas  y tarjetas de duelo y todo lo concerniente a este ramo”[1].
 En este caso se, percibe la gran cantidad de materiales lujosos y  servicios costosos  que prestaban estas agencias, durante la última década del siglo XIX, en una  muestra de publicidad. 




[1] Barros, Vida, 2003  p. 73 

Infraestructura para vivos y muertos


Durante el Porfiriato la Ciudad de México  cambió y adoptó nuevos elementos considerados modernos. Uno de éstos fue lo relativo al trasporte. Las primeras casas de inhumación (hoy agencias funerarias)  se servían de las recién inauguradas vías de tranvía para prestar servicios a los cementerios  establecidos a las afueras de la ciudad.  Algunas otras poblaciones con población significativa a fines del siglo XIX, ya  se requiere del servicio de agencias de inhumación que   se sirven de las  “tranvías urbanas, que contaban con un carro fúnebre […] solamente las personas acomodadas  podían cubrir el costo del traslado  que no dejaba de ser gravoso para el común de la  gente”[1]. En la Ciudad de México, esta necesidad de transporte mortuorio se hace evidente en la publicidad de la “Agencia de inhumaciones Eusebio Gayosso [con dirección en] Mariscala  3 ofreciendo Recaudación de Panteones  Cajas Mortuorias y Servicio fúnebre por ferrocarril”[2]



[1] Alcaráz, Los espacios, 2002, p. 153.
[2] Buenrostro, Vida, 2003  p. 73


Los cementerios en la Ciudad de México: del Camposanto al Cementerio Civil
Durante toda la Colonia la inhumación de personas se tenía que realizar en terreno consagrado.  Es por eso que se procedió a realizar los entierros  en espacios consagrados, no obstante desde finales del virreinato se propuso la necesidad de crear espacios destinados ex profeso para entierros, apelando por lo general a que la miasma (sustancia no específica que emanada de la putrefacción podía enfermar a la gente ).
En el caso mexicano fue   la promulgación de las Leyes de Reforma de 1857. En México impulsaron preceptos legales  que proponían una secularización  de los espacios y eventos de la vida de las personas, administrados tradicionalmente por religiosos, por lo tanto; “los camposantos, [eran] lugares sagrados  por encontrarse junto o dentro de las iglesias”[1]
         Es hasta el  gobierno de López de Santa Anna, en un bando del 15 de  diciembre de 1833 que existió por primera vez cementerios alejados ciudad  se vuelven necesarias ciertas medidas y prohibiciones, por ejemplo “no podían en ningún caso enterrar, sin el registro del cadáver, esto por  acuerdo del Consejo Superior de Salubridad, así como la  fijación de una multa para el encargado del panteón que no exigiere dicha licencia”[2]. Este, fue el primer paso para continuar con un gradual cambio en las prácticas funerarias, mismo que no se limitó al destino final de los restos humanos, sino que también creó necesidades  en los familiares de los fallecidos, debido a las distancias y trámites que surgían  al seguir las nuevas estipulaciones.
·       Jaimes Téllez, Emma Miriam,  La regulación de los cementerios  conforme al Reglamento general de Cementerios” proyecto para tesis de licenciatura  en derecho  Facultad de Estudios Superiores Acatlán, 1989.


[1] Jaimes, La regulación, 1989, p. 13
[2] Ibíd. . p.. 19