Durante
el Porfiriato la Ciudad de México cambió
y adoptó nuevos elementos considerados modernos. Uno de éstos fue lo relativo
al trasporte. Las primeras casas de inhumación (hoy agencias funerarias) se servían de las recién inauguradas vías de
tranvía para prestar servicios a los cementerios establecidos a las afueras de la ciudad. Algunas otras poblaciones con población significativa
a fines del siglo XIX, ya se requiere
del servicio de agencias de inhumación que
se sirven de las “tranvías
urbanas, que contaban con un carro fúnebre […] solamente las personas
acomodadas podían cubrir el costo del
traslado que no dejaba de ser gravoso
para el común de la gente”[1].
En la Ciudad de México, esta necesidad de transporte mortuorio se hace evidente
en la publicidad de la “Agencia de inhumaciones Eusebio Gayosso [con dirección
en] Mariscala 3 ofreciendo Recaudación
de Panteones Cajas Mortuorias y Servicio
fúnebre por ferrocarril”[2]
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